La noticia del fallecimiento de Juana Bacallao, la emblemática “show-woman” de Cuba y estrella indiscutible de las noches de cabaret en la isla, ha conmocionado a las redes sociales en las últimas horas. La querida artista cubana, a sus 98 años, había sido ingresada desde el lunes en la Sala de Terapia Intermedia del Hospital “Carlos Juan Finlay” en La Habana, luchando contra una grave infección generalizada, según fuentes cercanas a la cantante y humorista que conversaron con CubaNet.
La situación de Juana, desatendida por las autoridades del Ministerio de Cultura de Cuba, era de una vulnerabilidad alarmante. Según un funcionario del sector cultural que prefirió mantenerse en el anonimato, Juana enfrentaba dificultades para alimentarse e hidratarse adecuadamente en su hogar, careciendo de los recursos necesarios para manejar los achaques propios de su avanzada edad. “Juana no se sentía bien en casa y fue llevada al hospital donde la ingresaron y pasó a terapia intermedia. No se alimentaba ni se hidrataba bien y no tenía en casa los recursos necesarios para los padecimientos de su avanzada edad”, relató el funcionario.
Conocida como la “Diosa Negra de los Cabarets Cubanos”, Juana Bacallao ha sido una figura icónica en el mundo del entretenimiento en Cuba desde la década de 1950. Su estilo único, que combina música, humor y teatralidad, la ha convertido en una leyenda viviente, admirada por su capacidad para entretener y emocionar a generaciones de cubanos y visitantes de la isla.
Juana, cuyo nombre real es Neris Amelia Martínez Salazar, comenzó su carrera artística siendo muy joven y rápidamente se ganó el corazón del público con su carisma y talento innato. A lo largo de su extensa carrera, compartió escenario con grandes figuras de la música internacional como Nat King Cole y Bola de Nieve, y su arte trascendió las fronteras de Cuba, llevándola a actuar en escenarios de París y Estados Unidos.
A pesar de los desafíos personales, incluida una batalla contra la dependencia del alcohol, Juana demostró una fortaleza y resiliencia extraordinarias. Su regreso a los escenarios, después de superar sus dificultades, es un testimonio de su pasión por el arte y su compromiso con su público.
La partida de Juana Bacallao deja un vacío en el corazón de la cultura cubana. Su legado, sin embargo, perdura como un homenaje a la alegría de vivir, al arte y a la capacidad del espíritu humano para sobreponerse a las adversidades. Juana Bacallao, con su inigualable presencia escénica y su espíritu indomable, seguirá siendo recordada como una verdadera embajadora de la cultura cubana, una fuente de inspiración y un símbolo de la inquebrantable voluntad de brillar contra viento y marea. Juana Bacallao es, y siempre será, ¡Cubanísima!
