La “Amy Winehouse cubana” consigue trabajo en el restaurante que copia el estilo de Starbucks en La Habana

Redacción

Lisandra Rodríguez, a quien muchos llaman la “Amy Winehouse cubana”, recientemente anunció a través de sus redes sociales que ha comenzado una nueva etapa laboral tras un controvertido despido de su anterior empleo. La joven, que ganó notoriedad por su peculiar parecido con la famosa cantante británica, reveló que ahora es parte del equipo del Starcafé, un establecimiento en el corazón de La Habana Vieja.

El anuncio lo hizo a través de dos stories en Facebook, en una de las cuales aparece sonriente junto a sus nuevos colegas, quienes parecen recibirle con brazos abiertos en un ambiente cálido y acogedor. Estas imágenes muestran un contraste marcado con su experiencia anterior en el bar Escabeche, también ubicado en La Habana Vieja, donde su carrera tomó un giro inesperado.

Rodríguez relató que su despido del Escabeche fue repentino y atribuido a su creciente visibilidad mediática. “Lamentablemente, no fue una decisión propia. Me despidieron por aparecer en los medios. Quiero aclarar que mi intención solo era ayudar en el bar, aunque oficialmente no tenía los documentos necesarios para hacerlo”, compartió Lisandra en una publicación en Facebook, mostrando su desilusión por cómo se desarrollaron los acontecimientos.

Su historia captó la atención no solo de sus seguidores sino también de figuras prominentes como el cineasta cubano Daniel Ross Dieguez. Impresionado por su semejanza con Amy Winehouse, Dieguez decidió incorporar a Rodríguez en su segundo largometraje, “Bajo la corteza”, una oportunidad que podría marcar un punto de inflexión en su vida.

El nuevo lugar de trabajo de Lisandra, Starcafé, se inspira en el modelo de negocio de Starbucks, la famosa cadena estadounidense conocida mundialmente, con más de 35,000 establecimientos en 70 países. Este café busca replicar una atmósfera similar, combinando el estilo moderno con la hospitalidad cubana.

El caso de Rodríguez resalta la compleja interacción entre la fama y la vida laboral cotidiana, especialmente en contextos donde la exposición mediática puede tener consecuencias imprevisibles. Su experiencia subraya cómo, en ocasiones, la atención puede ser tanto un impulso como un obstáculo.

Esta transición de Lisandra no es solo un cambio de empleo, sino también un testimonio de resiliencia. Enfrentando adversidades y transformando los desafíos en oportunidades, Rodríguez se abre camino en un entorno que valora tanto su talento como su carisma único.

Además, su inclusión en el cine añade otra dimensión a su carrera, ofreciéndole una plataforma para explorar nuevas avenidas creativas. Este giro hacia el arte y la cultura demuestra la versatilidad y el potencial ilimitado que puede surgir incluso de circunstancias desafortunadas.

En última instancia, la historia de Lisandra Rodríguez es un relato de adaptación y superación. Desde ser despedida por su visibilidad hasta ser celebrada por la misma, su vida refleja los altibajos de vivir en el ojo público. A medida que continúa navegando por su carrera, tanto en la hostelería como en el cine, se convierte en una figura de inspiración para muchos que buscan su camino en medio de la incertidumbre.