Después de semanas de incertidumbre y encierro, los 17 cubanos arrestados en Krasnodar el pasado 21 de marzo fueron devueltos a la Isla en dos vuelos, el último aterrizó el 27 de abril. Uno de los repatriados confirmó la noticia y soltó un comentario que lo dice todo: “Aquí estamos, con tremendo apagón y los mosquitos haciendo fiesta. Es 1ro de mayo y ni corriente hay. Esto es criminal, pero bueno, ya estamos aquí.”
El viaje de regreso fue todo menos digno. Nadie pudo grabar nada porque, como cuenta el mismo cubano, “esa gente no te deja ni sacar el teléfono. Te montan esposado al avión y se acabó. No hay chance de nada. Hasta las confituras que llevábamos para los niños nos las hicieron botar. Nos dijeron que no les importaban los muchachos ni nada. Nos trataron como perros.”
La ironía no faltó, aunque dolía: “Por lo menos llegamos vivos… que ya eso es bastante.” Pero al pisar suelo cubano, la realidad no fue menos cruda. “Aquí no te esperan ni con una guagua. Nada. Cada cual quedó pasmado, como yo. Si no fuera por unos trabajadores del aeropuerto que nos dieron 300 pesos, me toca amanecer ahí mismo en el piso. Porque si llegas deportado y sin plata, olvídate, te quedas varado.”
Algunos de los repatriados todavía tenían su visa de turista vigente. Pero eso no impidió que los mandaran de vuelta. Ni entrevista ni explicación. “Nos sentaron en una oficina, nos devolvieron el pasaporte y nos dijeron: ‘Bueno, ahí tienen, salgan pa’ la calle como puedan’.”
Uno de ellos recuerda con rabia cómo respondieron cuando les preguntaron por qué los deportaron: “Nosotros les dijimos: ‘Porque les dio la gana’. Así mismo. La funcionaria se quedó fría. Dijo que era la primera vez que veía algo así, deportar a cubanos que estaban legales.”
Y con un tono entre sarcasmo y resignación, remató: “Que llamen a Putin y le pregunten. Si estábamos legales, ¿por qué nos botaron? Nos tiraron pa’ la calle como quien suelta un saco de yuca.”
El calvario comenzó en una casa rentada en Krasnodar, donde el grupo se refugió tras llegar a Rusia con la esperanza de conseguir trabajo. Volaron desde La Habana a Moscú y de ahí se aventuraron en tren hacia Crimea. Pero el invierno los sorprendió y tuvieron que buscar refugio. Terminaron alquilando en Krasnodar, donde finalmente fueron detenidos.
Tras su arresto, fueron llevados a una estación policial y luego separados por sexo en dos centros de detención para extranjeros. Un mes más tarde, les tocó el vuelo de regreso… sin gloria y sin nada.
Desde 2018, los cubanos pueden viajar a Rusia sin visa y permanecer hasta 90 días en un periodo de 180. Sin embargo, los controles migratorios se han endurecido, y con esta deportación, muchos enfrentan prohibiciones de entrada a Rusia de entre 5 y 10 años.
La ilusión de buscar un futuro mejor terminó en una pesadilla, y ahora, de vuelta en Cuba, lo único que les queda es enfrentar la misma realidad que intentaron dejar atrás… pero con aún menos esperanza.
