Con la voz entrecortada y el alma en carne viva, Zunami Pérez lanzó un grito de auxilio desde Estados Unidos. Su esposo, Víctor Manuel Izquierdo, un joven cubano de apenas 21 años, fue deportado a Cuba el pasado 24 de abril, y ella clama por una oportunidad para que él regrese a suelo norteamericano. No por capricho, sino por amor… y por su hijo pequeño, que hoy crece sin su papá.
“Estamos sufriendo. Ningún niño debería crecer sin sus padres”, expresó Zunami en un video enviado a CiberCuba. Su hijo, de apenas un año y nueve meses, no entiende de leyes ni fronteras, pero ya siente el vacío que dejó su padre al otro lado del mar.
Víctor llegó a EE. UU. en 2019, cuando aún era menor de edad. Entró por la frontera mexicana y le otorgaron un documento migratorio conocido como I-220B, que con el tiempo se ha convertido en una verdadera trampa legal para miles de cubanos. Desde ese momento, se reportaba puntualmente a su cita anual con ICE, acompañado de su madre, sin historial delictivo, sin problemas legales. Pero todo cambió el día que cumplió los 21.
El 28 de marzo de 2025, en su más reciente cita migratoria en Tampa, fue detenido y enviado primero al centro Krome, luego a Broward y, finalmente, devuelto a Cuba. Un país al que ya no pertenece emocional ni físicamente: allí no tiene ni familia, ni casa, ni futuro.
Lo más duro es que Víctor tenía una petición de matrimonio en curso con su esposa, ciudadana estadounidense. “Él siempre fue correcto, cumplidor, trabajador… Teníamos la esperanza de que lo dejaran quedarse para esperar su proceso aquí”, contó Zunami entre lágrimas, incapaz de entender cómo se puede romper una familia de esa manera.
Ahora, su única esperanza es un perdón migratorio, proceso que puede tardar entre tres y cinco años. También podría intentar una visa humanitaria, aunque los expertos aseguran que es casi un milagro conseguirla. Así lo explicó el abogado de inmigración Willy Allen, quien ha seguido de cerca este y otros casos similares.
La historia de Víctor no es la única. Hace poco también se conoció el caso de Heidy Sánchez Tejeda, otra cubana con I-220B deportada mientras su bebé aún lactaba. Ambos casos estremecen a la comunidad cubana en Florida. Separaciones dolorosas, familias rotas y una misma etiqueta legal: I-220B, esa figura que ha dejado a tantos en el limbo.
“La preocupación más grande deberían tenerla los cubanos con 220B”, insistió Allen. Según el abogado, esta categoría es prácticamente un callejón sin salida: “Te deportan si perdiste el miedo creíble, si no fuiste a corte, si fallaste con el asilo. Y con esa deportación encima, legalizarse se vuelve casi imposible”.
La congresista republicana María Elvira Salazar también ha alzado la voz en este tema, señalando que, de haberse aprobado la Ley Dignidad que ella impulsa, casos como el de Víctor y Heidy podrían haberse evitado. Pero en lo que llega una solución política, la vida sigue doliendo para quienes quedaron atrás.
Desde la distancia, Zunami no pide lujos ni privilegios. Solo suplica que su esposo regrese y que su hijo no tenga que aprender tan temprano qué se siente crecer con una parte del corazón en otro país. Porque en medio de leyes, papeles y trámites, hay algo que no se puede legislar: el amor de una familia rota que solo quiere volver a estar junta.
