Idelisa Salcedo no se quedó callada. La activista cubana, conocida por su incansable labor solidaria, rompió el silencio este lunes para ponerle freno a una serie de comentarios malintencionados que circulan en redes, donde algunos la acusan de haberse quedado con el dinero recaudado para ayudar al pequeño Damir Ortiz Ramírez, el niño cubano que falleció en Miami tras una dura batalla por su vida.
Desde su perfil en Facebook, Idelisa fue directa al grano: mostró cifras, pruebas y hasta capturas de los trámites para que el dinero sobrante de la campaña fuera devuelto o utilizado con total transparencia. Todo, con la misma claridad con la que ha ayudado a cientos de cubanos en situaciones críticas.
Contó que el 19 de marzo entregó personalmente 31,163 dólares a la madre de Damir, Eliannis Ramírez, cuando el niño todavía luchaba por su vida en el hospital. El resto de los más de 57 mil dólares que se recaudaron a una velocidad récord, fueron destinados al traslado del pequeño en una ambulancia aérea desde Cuba hasta Estados Unidos. Solo ese viaje costó 26 mil dólares, una cifra que a cualquiera le tumba el alma… pero que se logró gracias a la solidaridad de la gente.
El dinero llegó desde todos lados: por Zelle, PayPal, efectivo y MLC, y según explica Idelisa, cada centavo fue contabilizado y utilizado con transparencia. Incluso aclaró que una parte de los fondos recaudados en Cuba, más de 2 millones de pesos cubanos, no se pudo transferir en su momento, pero ya están siendo usados por la madre de Damir para ayudar a otros niños en situaciones críticas. Un gesto que, lejos de cerrar el ciclo, multiplica el legado del niño.
“Ojalá todo el dinero del mundo pudiera devolvernos a Damir”, escribió Idelisa con un nudo en la garganta. “Su vida cambió la mía y la de muchos, para bien”. Y uno siente, al leerla, que habla desde el corazón, sin adornos ni justificaciones.
Las acusaciones que ha enfrentado, según explica, no son más que intentos de apagar su luz, de desanimarla. Pero ella no piensa ceder ni un paso. En otro post dejó bien claro que seguirá enfocada en lo que realmente importa: “ayudar a los cubanos desamparados por el régimen”, como lleva haciéndolo desde los tiempos más duros de la pandemia, cuando distribuía medicinas por toda la isla mientras las farmacias estaban peladas.
La historia de Damir, marcada por años de abandono médico en Cuba y una bacteria que se lo llevó antes de tiempo, fue como un golpe seco en el pecho de muchos. Pero también fue una chispa de unidad. Demostró que, aun cuando las instituciones fallan, el pueblo se mueve, se organiza, se planta y actúa.
Y si algo ha quedado claro con este caso, es que la solidaridad, cuando es verdadera, no se mancha con chismes de esquina.
