Si algo le gusta al régimen cubano es montar espectáculos de “movilización popular” con mucho grito y poca autocrítica. Esta vez, el escenario fue el barrio El Chico, en el municipio Boyeros, donde un grupo de cederistas se reunió para hacer lo que llamaron un “barriodebate” contra el vandalismo. ¿La solución que propusieron? Convertir a todos los vecinos en policías. Literal.
El acto fue parte de una campaña nacional impulsada por el gobierno para enfrentar los crecientes actos de vandalismo que han afectado infraestructuras importantes, como la red de telecomunicaciones. Según ellos, hay que activarse desde abajo, desde la cuadra, para frenar los problemas. Y como no podía faltar, estuvo presente Joel Paz Pérez, del Secretariado Nacional de los CDR, repartiendo consignas y frases recicladas.
El momento estelar llegó cuando una cederista, visiblemente alterada, tomó el micrófono y gritó con fuerza: “¡Aquí somos todos policías!”. En su intervención, llamó a que la vigilancia comience desde la casa, desde la familia, como si todos los cubanos tuvieran que convertirse en agentes de la PNR a tiempo completo. “¿Quién dice que no somos policías?”, gritó. “¡Cuando combatamos lo mal hecho desde la casa, ahí empezamos a resolver!”, aseguró, según reportó el Noticiero Nacional.
En medio del debate, no faltaron los toques de advertencia. Representantes de la Fiscalía y del Tribunal Provincial de La Habana se encargaron de dejar claro que vandalizar en Cuba no es cosa menor. Advirtieron que estos actos pueden llegar a considerarse crímenes contra la seguridad del Estado, con penas que van desde 7 hasta 30 años de prisión. En casos extremos, dijeron, se contempla hasta la cadena perpetua… o la pena de muerte.
Sí, así de fuerte. Todo por cortar un cable o rayar una señal de tránsito.
Los discursos oficiales insistieron en que estos actos no son solo “fechorías callejeras”, sino ataques dirigidos a desestabilizar el país. Y claro, no podía faltar el viejo cuento del “enemigo externo”. Según los cederistas, hay manos oscuras detrás de estos incidentes, conspirando para desacreditar a la Revolución y sembrar caos.
Lo cierto es que estos “barriodebates” no parecen estar solucionando mucho. Más bien parecen intentos de revivir los CDR y devolverles un protagonismo que hace tiempo perdieron. Porque si algo ha quedado claro es que muchos de los problemas que vive el país no vienen del extranjero, sino de dentro: de la crisis económica, del deterioro de los servicios públicos, y de un sistema que insiste en culpar a otros por lo que no puede arreglar.