Una noticia triste y pesada como un bloque de concreto acaba de sacudir a la provincia de Cienfuegos. Léster Álvarez, un joven cubano que cumplía el Servicio Militar Obligatorio en la prisión de Ariza, presuntamente se quitó la vida, dejando un vacío enorme entre vecinos, amigos y familiares que aún no logran asimilar lo ocurrido.
El medio independiente Proa del Centro fue quien dio la voz de alerta, basándose en fuentes cercanas a la familia. Léster vivía en el reparto Tulipán y desde hacía cuatro meses estaba destinado a las postas de vigilancia en el penal. Una tarea que, según quienes lo conocían, le pesaba más que un saco de cemento mojado.
“Él no quería estar ahí, se notaba”, comentó una vecina conmovida. Otro amigo lo describió como un muchacho noble, casi infantil, que nunca debió cargar con la responsabilidad de andar armado. Fue precisamente con su propio fusil que, al parecer, tomó la trágica decisión.
Hasta ahora, ni la prisión de Ariza ni las Fuerzas Armadas Revolucionarias han abierto la boca para dar explicaciones. Y mientras el silencio oficial se hace más fuerte, la familia sigue en shock, sin respuestas, solo con el dolor a cuestas y una silla vacía en casa.
Una historia que se repite con otros nombres
Lamentablemente, el caso de Léster no es un hecho aislado. En Cuba, el Servicio Militar Obligatorio ha dejado un reguero de tragedias que rara vez llegan a las portadas de la prensa estatal. Muchos jóvenes, apenas salidos del aula, son lanzados de golpe a un mundo de jerarquías rígidas, disciplina a la fuerza y una carga emocional que no todos están listos para aguantar.
En vez de templar el carácter, como dice el discurso oficial, el Servicio Militar muchas veces termina quebrando a quienes más vulnerables llegan. La falta de acompañamiento psicológico, las condiciones duras, y la presión constante, van calando hondo.
Otras pérdidas recientes estremecieron al país
En agosto del 2024, Adrián Rodríguez García, de 19 años, murió atropellado fuera de su unidad militar, tras ser autorizado a salir. El conductor que lo arrolló iba borracho y sin licencia. Lo más duro es que no lo ayudó, lo dejó tirado como si no valiera nada.
Ese mismo mes, Flavio Raúl Alonso Piedra fue encontrado sin vida en la garita donde hacía guardia en Baracoa, Guantánamo. Estaba a solo tres meses de terminar el Servicio Militar. Nunca sabremos qué lo llevó hasta ese punto, pero su historia suena demasiado parecida a la de Léster.
