En medio del apagón más largo y oscuro de los últimos tiempos, Miguel Díaz-Canel salió a reconocer que la cosa está fea con la electricidad en Cuba, pero como de costumbre, volvió a lanzar la culpa al embargo de Estados Unidos. Nada nuevo bajo el sol… o mejor dicho, bajo el bombillo apagado.
«Sí, la situación del sistema eléctrico es grave, pero no imposible de superar», escribió el gobernante en su cuenta de X (antes Twitter), repitiendo palabras del director de la Unión Eléctrica, Alfredo López Valdés. Según él, la recuperación tomará su tiempo debido a la «complejidad del sistema» y a «las trabas que impone el cerco norteamericano«, pero asegura que se está «trabajando duro» y que “lo lograremos”.
Pero en la calle, la gente no se lo está tragando tan fácil.
Las redes sociales se llenaron enseguida de respuestas cargadas de frustración, sarcasmo y cansancio. Una cubana desde Matanzas soltó sin pelos en la lengua: “¿Tomará tiempo? ¿Estaremos vivos para cuando eso pase?”. Otra, desde fuera de la isla, preguntó con ironía si la resistencia del pueblo tiene fecha de vencimiento: “¿Tres días, 15, toda la vida?”
Los apagones siguen siendo eternos, y las excusas también
Mientras el gobierno repite el mismo disco rayado sobre el embargo, millones de cubanos llevan semanas durmiendo entre mosquitos, cocinando con leña y viendo cómo se pudre la comida por falta de refrigeración. Hay lugares donde la luz no ha regresado en más de 30 horas, y ni una explicación clara, ni un calendario, ni una disculpa creíble.
Alfredo López Valdés, en su intervención en la Mesa Redonda, fue directo: “la situación es grave”. Habló de equipos obsoletos, de la falta de combustible y de lo difícil que resulta rotar los apagones porque ya duran demasiado. Según él, cinco bloques generadores están en reparación, pero una vez listos solo aportarían unos 500 megavatios, muy poco para lo que necesita el país.
Y aunque hay plantas distribuidas que podrían dar otros 1,000 MW, no hay diésel para moverlas. Todo se queda en papel.
Planes a tres años, pero hambre y calor hoy
El gobierno ha prometido un plan de recuperación energética que se extendería por tres años. Pero en la calle, la desesperación no entiende de planes a largo plazo. Para muchos, el verdadero problema no es cuánto va a demorar la solución, sino la falta de transparencia, de voluntad política y de una gestión responsable.
Una jubilada lanzó una crítica punzante desde su perfil en redes: “¿Y la autocrítica pa’ cuándo? ¿Dónde están los años de mantenimiento que nunca se hicieron? ¿Por qué tanto dinero para hoteles y nada para el sistema eléctrico?”
La respuesta del gobierno, sin embargo, fue la de siempre: echarle la culpa al “bloqueo”
El viceministro primero de Energía y Minas, Argelio Jesús Abad Vigoa, soltó que los apagones son “consecuencia del criminal bloqueo norteamericano”. Insistió en que no es muela ni excusa, sino “la pura verdad”. Incluso aseguró que “las autoridades también sufren los apagones”, frase que cayó como un chiste de mal gusto entre los cubanos, que conocen de sobra los privilegios de la élite del poder.
Una usuaria lo resumió bien claro: “Ustedes viven con lujos que muchos ni sueñan. No te da pena pasear a la no primera dama por el mundo mientras aquí la gente cocina con carbón?”
Promesas sin luz
La frase final de Díaz-Canel —»lo lograremos»— resuena hueca en los oídos de quienes llevan noches sin dormir, sudando en la oscuridad, sin comida que aguante en el frío. El pueblo no solo espera electricidad, espera soluciones reales. Espera, sobre todo, que alguien asuma responsabilidades.
Para muchos, el problema ya no es el embargo. El verdadero apagón está en la política, en la gestión y en un sistema que no responde a las necesidades del pueblo. Como dijo un joven en Facebook: “El que todavía crea en las promesas de Díaz-Canel es más ingenuo que optimista. Este país necesita mucho más que discursos para levantarse.”