El canciller del Vaticano, Paul Richard Gallagher, resaltó este jueves el rol fundamental de la Iglesia Católica y la diplomacia vaticana para impulsar los «derechos y libertades» y fomentar la «abierta comunicación con el otro», como piezas clave para «construir puentes».
El acto tuvo lugar en el Palacio de la Revolución de La Habana, donde se celebró con bombos y platillos el 90 aniversario de las relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede. Allí, en presencia de Miguel Díaz-Canel y el canciller cubano Bruno Rodríguez, Gallagher no se anduvo con rodeos al recalcar que el «diálogo» es una herramienta poderosa para resolver los conflictos, algo que el Vaticano considera esencial para la convivencia.
“La Santa Sede no puede dejar de promover tanto los derechos y libertades como su fundamento en la dimensión trascendente del hombre”, subrayó Gallagher, con la mirada puesta en la importancia de no perder de vista los valores esenciales.
Por su parte, el canciller Rodríguez defendió el «diálogo respetuoso, ético y constructivo» que, según dijo, ha marcado la relación entre La Habana y el Vaticano. Una relación que, aunque tuvo sus tropiezos, ha ido madurando con el tiempo.
La llegada de Gallagher a Cuba no fue improvisada. Su visita estaba en la agenda hace rato, pero se convirtió en la primera que realiza desde la entronización de León XIV. El momento no podía ser más oportuno para conmemorar esas nueve décadas de lazos bilaterales, marcadas por altibajos pero también por momentos de entendimiento.
No podemos olvidar que Cuba, desde el triunfo de la Revolución hasta 1992, fue oficialmente un país ateo. Sin embargo, la isla ha abierto sus puertas a los últimos tres papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Este último, el Papa Francisco, jugó un papel crucial en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos en 2014, un “deshielo” que trajo esperanzas y un respiro para la isla, no solo en el terreno económico.
El Vaticano también se movió tras bambalinas durante los últimos días de la presidencia de Joe Biden para que Washington quitara a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. Aunque La Habana excarceló a 553 presos como gesto, el viento cambió de dirección con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Cuba volvió a la lista negra, y las consecuencias no se hicieron esperar, golpeando aún más la economía y la vida diaria de los cubanos.
A lo largo de los años, la Santa Sede ha mediado en varias liberaciones de presos en la isla, con resultados variados. En ocasiones, estas excarcelaciones llegaron a 3.000 beneficiarios, aunque muchos eran reos comunes y no presos políticos.
La presencia de Gallagher y sus palabras en este aniversario refuerzan la idea de que, en tiempos de crisis y tensiones, el diálogo y la construcción de puentes siguen siendo más necesarios que nunca.