En medio del desbarajuste económico que vive Cuba y con los bolsillos apretados hasta más no poder, ETECSA vuelve a hacer de las suyas con una “promoción especial” de recargas internacionales que ha dejado a más de uno con la boca abierta… y no precisamente de alegría.
Aprovechando la fecha sentimental del Día de los Padres, la empresa estatal lanzó una oferta que, aunque a primera vista luce generosa, esconde un truco económico bien feo: están valorando el dólar a menos de 25 pesos cubanos, cuando en la calle el verde se cotiza por encima de los 375 CUP. ¿El euro? Por las nubes también, arriba de los 400 CUP.
El cambio que nadie entiende (ni acepta)
La cosa va así: si tú desde el extranjero recargas a tu familia, por ejemplo, con €21.45, lo que les llega en Cuba son apenas 500 pesos. Eso da un tipo de cambio de 23.3 CUP por euro, que no lo cree ni el más ingenuo. Y si sueltas los €107.15 de la oferta grande, lo que recibe el destinatario son 2,500 CUP, lo que sigue dejando el euro en ese mismo valor de fantasía.
Y la estrella de la semana —el “regalazo” de papá—: una recarga de 65.99 dólares se traduce en 1,500 CUP en la isla, con un cambio que ronda los 22.7 CUP por dólar. Un abuso con todas sus letras.
Menos del 7% del valor real del dinero enviado desde el exterior llega a manos de los cubanos. El resto… bueno, ya sabemos a dónde va a parar.
Una promoción disfrazada de chantaje emocional
En redes sociales, como era de esperarse, ardió Troya. Las críticas no se hicieron esperar y muchos acusaron a ETECSA de jugar con los sentimientos de las familias separadas, aprovechándose del cariño de los hijos que quieren regalarle algo a sus padres, aunque sea un poco de conexión, para sacarle hasta el último centavo.
Un usuario resumió la molestia con un ejemplo bien claro: “Esa oferta, si la compras en Cuba, costaría unos 5 mil pesos. Al cambio informal, eso es como 12.5 USD. Pero desde afuera te la venden en 22 USD. ¿Dónde está el negocio? En la cara, compay”.
El peso cubano: una moneda sin ley
Lo que todo esto deja claro es que el CUP ya no vale ni el papel en que se imprime, al menos para ETECSA. Aunque el gobierno reconoce que el salario medio en Cuba apenas equivale a 16 dólares al cambio callejero, la empresa estatal sigue aferrada a una tasa oficial ficticia para sus recargas, desconectada de la realidad del país.
Y para colmo, ni siquiera venden dólares ni euros por CADECA. Entonces, ¿cómo es que hacen estos cálculos? Fácil: para sacarle el jugo al que está afuera, no para beneficiar al que está adentro.
Un modelo que hace agua por todos lados
La presidenta de ETECSA, Tania Velázquez Rodríguez, soltó en días recientes que el ingreso por línea móvil ha caído en picada: de 133 dólares en 2018 a solo 31 en 2024. Y aunque se justificó hablando de “fraudes” y “secuestros de recargas”, no dijo ni pío sobre el tipo de cambio irreal, la doble moneda, la corrupción interna y la falta de transparencia que están hundiendo el servicio.
Su “momento sincero” fue cuando, en la Mesa Redonda, admitió que el tarifazo se justificaba porque “hay un mercado fuera de Cuba que quiere comunicarse con sus familiares”. Claro… un mercado que pueden ordeñar tranquilamente mientras el cubano de a pie no tiene ni para revisar el correo.
El tarifazo y la desconexión de la juventud
Desde el 30 de mayo, cuando ETECSA subió los precios nacionales con la excusa del “ajuste necesario”, la juventud universitaria se ha rebelado en redes. Denuncian que ya no pueden pagar los paquetes, que se sienten expulsados del mundo digital y que están siendo víctimas de una política que favorece al ingreso del Estado por encima del acceso ciudadano.
En este panorama, las recargas desde el extranjero ya no son vistas como ayuda ni alivio, sino como lo que realmente son: una herramienta más para sacarle dinero a la diáspora, a punta de ofertas maquilladas y tasas de cambio ridículas.
ETECSA ha convertido una necesidad básica —la conectividad— en una maquinaria de extracción de divisas, jugando con los afectos y la desesperación de millones de cubanos que solo quieren mantenerse en contacto con los suyos.