Hay noticias que te rompen el alma, sobre todo cuando llegan después de años de espera, papeleo, sacrificios y fe. Y eso fue lo que vivió un cubano que, tras presentarse a su entrevista de visa en la Embajada de Estados Unidos en La Habana, recibió un rotundo “NO” como respuesta. ¿La razón? Una controvertida política migratoria que sigue cerrando puertas a miles de familias cubanas.
El caso se dio a conocer gracias al periodista Mario J. Pentón, quien compartió en Facebook el testimonio de este hombre, marcado por la tristeza y la frustración. “Hoy tuve mi entrevista y la verdad, la pasé muy mal”, arranca diciendo el afectado. La negativa le llegó amparada en la Sección 212(f) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de EE.UU., una cláusula que se usa cuando supuestamente hay “motivos de seguridad” para restringir el ingreso de extranjeros.
La proclamación que arrasa sueños
Lo más duro de este golpe migratorio es que no hay forma de apelar ni obtener una excepción —al menos por ahora—. Las autoridades consulares le entregaron al solicitante un documento en el que claramente se indica que no calificará para una Excepción de Interés Nacional (NIE), lo único que podría abrirle una rendija en esa puerta cerrada.
“No lo merecemos después de tantos años de espera…”, expresó con impotencia. Y es que detrás de su solicitud no había turismo ni negocios, sino algo mucho más profundo: el deseo de reunirse con su familia después de una eternidad separados. “Nos han quitado el sueño de estar juntos”, escribió. Una frase sencilla, pero demoledora.
¿Qué está pasando con las visas para cubanos?
Desde el 9 de junio, Estados Unidos comenzó a aplicar nuevas restricciones migratorias que afectan directamente a ciudadanos de Cuba y Venezuela. La orden ejecutiva, heredada de la administración Trump y reactivada bajo pretextos de “seguridad nacional”, bloquea múltiples categorías de visa: desde turismo (B-2) hasta estudiantes (F y M), intercambios culturales (J) y negocios (B-1).
El argumento oficial: que Cuba es un “estado patrocinador del terrorismo” y que no colabora ni en deportaciones ni en compartir información consular. Como resultado, las opciones para migrar legalmente son mínimas y, en muchos casos, inexistentes. Solo quedan exentos algunos casos muy específicos: residentes permanentes, familiares inmediatos o solicitudes que califiquen como de “interés nacional”.
Miles con la vida en pausa
Este testimonio no es único, pero sí representa a miles. Es la historia de tantos cubanos con sueños partidos al medio, con maletas hechas que nunca llegan al aeropuerto, con hijos, padres o esposos que siguen esperando desde la otra orilla.
“Me gustaría decir tantas cosas, pero las palabras se me escapan”, confesó el denunciante. Lo único que tiene claro es que el dolor lo sienten todos: los que se quedan y los que no pueden regresar.
Y así, otra vez, la política le gana a la familia. Otra vez, las visas se convierten en promesas rotas.