La termoeléctrica Antonio Guiteras, una de las pocas centrales que todavía se mantienen medio en pie en el desastre energético cubano, salió sorpresivamente del Sistema Eléctrico Nacional en la madrugada, provocando un apagón masivo en casi todos los circuitos de La Habana. Como ya es costumbre, el régimen se hizo el mudo, sin ofrecer información clara mientras medio país amanecía sin corriente.
La salida del bloque ocurrió a las 5:55 de la mañana, según confirmó el ingeniero Román Pérez Castañeda, subdirector técnico de la planta. Al parecer, una lectura anómala en el sistema de protección automática de la turbina disparó la desconexión del sistema. Una falla más en un sistema eléctrico que ya vive al borde del colapso permanente.
Intentan reanimar la planta a mediodía, si no pasa otra desgracia
Castañeda aseguró que la “anomalía” fue resuelta, y que si no se complica nada más, podrían intentar sincronizar de nuevo la unidad con el sistema eléctrico en horas del mediodía. Eso sí, lo dijo con el tono típico de quien cruza los dedos: “Se está trabajando dentro de un rango de incertidumbre, aunque hasta ahora la unidad se comporta de forma estable”.
Incertidumbre. Esa es la palabra que mejor define la situación energética de Cuba. No hay garantía de nada, todo se apaga de un momento a otro, y la única certeza es el apagón.
¿Y el agua de Matanzas? También se la está tragando la Guiteras
Como si no bastara con la inestabilidad eléctrica, la termoeléctrica está consumiendo 50 metros cúbicos de agua por hora por encima de lo normal, lo cual está afectando directamente el suministro de agua a la ciudad de Matanzas. Lo reconocen sin pena: aunque se han tomado “algunas medidas paliativas”, la única solución real sería instalar una planta desalinizadora… algo que “está contemplado” en un mantenimiento capital que, como siempre, nadie sabe cuándo llegará.
Mientras tanto, los matanceros ven cómo el agua desaparece y la electricidad también. Un doble apagón, cortesía de la ineficiencia estatal.
Silencio oficial, caos real
La salida de la Guiteras no fue informada por los medios oficiales, que siguen escondiendo cada tropiezo del sistema eléctrico como si se tratara de un secreto militar. Pero basta mirar a La Habana sin luz desde temprano para saber que el caos sigue siendo la norma.
En vez de reconocer la magnitud del desastre, las autoridades se limitan a cruzar los dedos y lanzar frases optimistas sobre “retomar la generación”. Pero ni el pueblo ni la realidad se guían por consignas: lo que hace falta es electricidad y gestión seria, no más excusas recicladas.
La situación en Cuba no es una simple crisis energética: es el resultado de décadas de abandono, corrupción e incompetencia, donde cada apagón es un recordatorio del fracaso del modelo estatal. La Guiteras es solo uno más de los símbolos de ese fracaso… y hoy, una vez más, nos dejó a oscuras.