Otra vez, un avión con cubanos devueltos desde Estados Unidos tocó tierra en el Aeropuerto Internacional “José Martí”. Esta vez, 89 personas —76 hombres, 12 mujeres y un menor de edad— fueron repatriadas por las autoridades migratorias norteamericanas, según informó el Ministerio del Interior (MININT) en su acostumbrada nota sin rostro y con tono burocrático.
Con esta operación, ya van 20 vuelos de deportación en lo que va de 2025, sumando un total de 676 cubanos obligados a regresar al mismo país del que escaparon en busca de una vida mejor. Una cifra que no solo retrata el drama migratorio, sino también la crisis crónica que empuja a tantos a lanzarse al mar o atravesar fronteras, sabiendo que el final puede ser un vuelo de regreso al infierno.
Vuelve la mano dura con los vuelos de deportación
Desde que Donald Trump regresó al poder, las políticas hacia la migración irregular se han vuelto más estrictas, reactivando con fuerza los vuelos masivos de repatriación a la isla. El más grande este año fue el del 30 de mayo, cuando 130 cubanos fueron devueltos de golpe. Cinco de ellos ni siquiera llegaron a sus casas: fueron entregados directamente a los órganos de investigación del régimen por haber salido del país mientras estaban bajo libertad condicional.
Este tipo de prácticas, lejos de ser anecdóticas, son parte del oscuro engranaje que usa el régimen para castigar a quienes se atreven a romper sus reglas, incluso fuera de sus fronteras.
Acuerdos bilaterales que no benefician al pueblo
Las deportaciones se amparan en convenios entre La Habana y Washington que dicen buscar una “migración regular, segura y ordenada”. Pero la realidad es que, mientras el régimen sigue sin ofrecer futuro dentro del país, miles de cubanos continúan saliendo por donde puedan, muchas veces poniendo su vida en riesgo. Y ahora, para colmo, las vías legales también se están cerrando.
En abril, la administración Trump congeló las conversaciones migratorias con el gobierno cubano, un gesto que agravó aún más la tensión bilateral. Y por si fuera poco, la Corte Suprema de EE.UU. acaba de dar luz verde a la cancelación del parole humanitario (CHNV), dejando en el limbo a miles de cubanos que entraron al país norteño desde 2022 amparados por ese mecanismo.
Cuba, cárcel de ida y vuelta
Hoy, más de 42,000 cubanos en EE.UU. tienen orden final de deportación y viven bajo supervisión, sin saber qué pasará con sus vidas. Y aunque el régimen ha mostrado cierta negativa a recibir de vuelta a quienes salieron antes de 2017 o tienen antecedentes penales, eso no significa que no los vigile. En algunos casos, como ocurrió recientemente, el Departamento de Seguridad Nacional se ha visto forzado a enviar a migrantes cubanos hasta lugares tan insólitos como Sudán del Sur.
Mientras tanto, decenas de compatriotas siguen atrapados en centros de detención en lugares como Luisiana y Nuevo México, o esperando bajo libertad condicional, como si sus destinos fueran fichas en un tablero que nadie se atreve a mover.
El éxodo continúa, y las respuestas siguen sin aparecer
Cada vuelo de repatriación es un recordatorio de que el drama migratorio cubano no ha hecho más que empeorar. La represión, la pobreza, la falta de derechos y de oportunidades no han cambiado. Si acaso, se han agudizado. Y quienes logran escapar, muchas veces lo hacen solo para terminar de vuelta en el mismo sitio del que huyeron, pero ahora marcados, fichados y, en muchos casos, perseguidos.