Después de quince años de silencio televisivo, Cristina Saralegui volvió a encender las cámaras. Y lo hizo como solo ella sabe: por la puerta ancha, con glamour, nostalgia y poder femenino. La icónica presentadora cubana se reencontró con su público a través de una edición especial de El show de Cristina, transmitido por Univisión gracias a una invitada de lujo: Karol G, quien no solo fue la protagonista del momento, sino también la chispa que encendió este regreso.
Desde el emblemático estudio en Miami, Cristina se plantó frente a las luces con la misma firmeza con que lo hacía hace décadas. El programa, cargado de emociones, tuvo ese sabor de antes, ese formato íntimo, directo y sin poses que marcó a generaciones enteras de latinos.
Karol G y su homenaje a una leyenda
La colombiana no ocultó su emoción: “Crecí viéndote, soñando con sentarme en esa silla”, confesó al comenzar la charla. Y no era cuento. La propia Karol gestionó que su nuevo disco, Tropicoqueta, se presentara en ese espacio legendario. Para ella, no había otro lugar más significativo.
“Si voy a dar una primera entrevista, tiene que ser con Cristina”, soltó la Bichota. Y así fue.
Cristina: la cubana que rompió moldes
Saralegui, nacida en La Habana en 1948, emigró con su familia a Miami tras el ascenso del castrismo. Fue su abuelo, el editor Francisco Saralegui, quien le sembró la pasión por el periodismo. Aunque su formación inicial fue en inglés, ella misma se impuso el reto de escribir en español, idioma en el que más tarde dejaría huella como pocas figuras lo han hecho en el mundo de habla hispana.
Comenzó como pasante en Vanidades, llegó a ser editora de Cosmopolitan en Español y, en 1989, dio el salto a la televisión con un show que marcó un antes y un después. Por dos décadas, El show de Cristina abordó temas tabú, polémicos y necesarios: desde el VIH hasta los derechos humanos, pasando por sexualidad, racismo o machismo.
La mujer detrás del mito
Cristina no solo fue una cara en la TV. Fue pionera, emprendedora y activista. Fundó la organización “Arriba la Vida” junto a su esposo Marcos Ávila, para educar sobre el VIH en la comunidad latina. Y su legado está en todas partes: una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, su inclusión en el Broadcasting & Cable Hall of Fame, y el reconocimiento de TIME como una de las 25 latinas más influyentes en EE. UU.
También tuvo su canal en Sirius XM, su propia línea de muebles y un ejército de seguidores que no la han olvidado. De hecho, en Cuba, aunque su programa estaba prohibido por la censura, se veía escondido, en casetes y grabaciones clandestinas, como quien descubre una ventana al mundo real.
Una despedida abrupta, pero nunca definitiva
En una charla reciente con Don Francisco, Cristina contó que su salida de Univisión fue repentina y dejó a todo su equipo en el aire. “Nos fuimos todos”, dijo sin rodeos. Según ella, fue una cuestión de recortes y decisiones frías, sin espacio para la historia ni la lealtad.
Pero como buena cubana, no se rindió. No desapareció. Solo esperó el momento justo para volver. Y vaya si lo hizo con estilo.
Cristina está de vuelta. Y con ella, la memoria viva de una generación que creció aprendiendo, sintiendo y soñando frente a su micrófono dorado.