Ya han pasado más de tres meses desde que Doraiky Águila Vázquez desapareció sin dejar rastro en La Habana. Su madre, Maura Vázquez, no aguanta más el silencio ni la inercia oficial, y ha lanzado un grito desgarrador en redes sociales que no deja espacio a dudas: el Gobierno cubano es responsable de la inacción en la búsqueda de su hija.
“Ya no ruego ni imploro, responsabilizo”, escribió Maura en su perfil de Facebook, con la rabia y el dolor que solo una madre puede sostener cuando ve pasar los días sin respuestas, sin pistas y sin ayuda real.
Desesperación con nombre y rostro
El mensaje que compartió Maura no es solo un reclamo, es un retrato del calvario que vive desde el 15 de marzo, fecha en que su hija desapareció. “Es doloroso, desgarrante, pensar que Doraiky sigue expuesta a todo tipo de peligros: violencia, enfermedades, hambre, deshidratación…”, expresó, con la voz quebrada por la angustia.
La familia entera, incluidos los dos hijos adolescentes de Doraiky —de 14 y 15 años—, vive atrapada en un duelo sin cuerpo, sin respuestas y sin justicia. Y como si no bastara con ese vacío, se suma la total apatía del régimen, que no ha hecho más que mirar para otro lado.
De la súplica a la denuncia directa
Maura dejó bien claro que se cansó de esperar. En su publicación, pasó de la súplica al reclamo frontal. Denunció que, en lugar de movilizar los recursos estatales que tienen de sobra, el régimen ha optado por el abandono.
“Aquí hay estudiantes del MININT, escuelas militares, los CDR, la Marina… todo un sistema lleno de fuerza humana que podría estar buscando a mi hija, pero no lo hace. ¿Por qué?”, cuestionó, dejando al descubierto la doble moral de un Estado que se llena la boca hablando de «protección al pueblo», pero no mueve un dedo cuando de verdad se le necesita.
El dolor se convierte en fuerza
Maura no se ha quedado de brazos cruzados. Ha recorrido municipios enteros de La Habana, cartel en mano, con la foto de Doraiky a cuestas, repartiendo volantes y tocando puertas, con la esperanza de que alguien sepa algo. Incluso ha participado en operativos de búsqueda improvisados, mientras las instituciones se cruzan de brazos o hacen como que investigan.
En un fragmento que eriza la piel, Maura escribió: “No tengo que pedir disculpas por exigir lo que me pertenece por derecho. Su mamá la busca. Que el país se mueva, que se demuestre que sí se puede”.
Una lucha que no se detiene
A finales de mayo, Maura también compartió una carta abierta a su hija desaparecida, recordando momentos de su infancia, juegos, sonrisas, y dejando claro que jamás se rendirá. “Fuiste perdida sin poder encontrarte. Mamá está aquí, sacando fuerzas hasta poder abrazarte otra vez”.
La historia conmovió incluso a desconocidos. Una usuaria, Mari Olivera, contó en redes que coincidió con Maura en un almendrón y se fue con el alma partida tras escucharla. “Su sufrimiento es enorme. Y las autoridades no hacen nada”, escribió.
En un país donde el régimen lo controla todo, menos lo que importa, esta madre valiente ha decidido romper el muro del silencio oficial y alzar la voz. Porque, cuando el Estado se desentiende, es el pueblo el que tiene que gritar más fuerte.
Y Maura lo está haciendo por todas las familias cubanas que siguen esperando a alguien que no volvió.