Una situación alarmante ha sacudido al municipio de Vertientes, en Camagüey, donde varios niños fueron ingresados de urgencia en el Hospital Pediátrico Provincial tras consumir unas aparentes golosinas que, en realidad, contenían marihuana.
El escándalo estalló cuando especialistas en salud mental y psiquiatría del hospital confirmaron que las gomitas ingeridas por los menores tenían sustancias psicoactivas. El producto en cuestión pertenece a la marca Kush Queen, cuyo nombre ya circula con preocupación entre padres y autoridades sanitarias.
La inocencia disfrazada de dulce
Todo parecía un simple momento de merienda infantil, pero la realidad era otra. Las gomitas que llegaron a manos de los pequeños no eran caramelos comunes, sino productos cargados de THC, el principal componente psicoactivo del cannabis.
El periodista independiente José Luis Tan Estrada, junto a varias madres camagüeyanas, lanzó una alerta urgente para que las familias estén con los ojos bien abiertos: “No todo lo que parece dulce es inofensivo”, advirtió Tan, quien llamó a revisar minuciosamente lo que se envía desde el extranjero o lo que se recibe por paquetería, especialmente si va dirigido a niños.
Preocupación creciente en la provincia
Aunque el régimen, como de costumbre, guarda silencio y no ha dado cifras oficiales sobre la cantidad de menores afectados, fuentes cercanas al hospital confirmaron que varios pequeños presentaron síntomas graves relacionados con el consumo involuntario de estas golosinas adulteradas.
Ante la gravedad del suceso, se han activado protocolos de revisión sanitaria y se investiga cómo estos productos terminaron en manos de niños, en una isla donde los controles suelen ser férreos… salvo cuando no conviene.
Un llamado a la responsabilidad familiar
El caso ha puesto sobre la mesa un problema que va más allá del simple consumo: la falta de educación, control y supervisión frente a productos que circulan bajo apariencia inocente, pero que pueden provocar efectos devastadores en los más vulnerables.
En un país golpeado por crisis de todo tipo, la salud infantil vuelve a estar en riesgo, no solo por la escasez de medicamentos o las condiciones hospitalarias, sino también por la entrada irresponsable de productos que no tienen ningún tipo de regulación ni advertencia visible.
Mientras los familiares afectados buscan respuestas, y los médicos hacen lo posible por estabilizar a los pequeños, la comunidad exige vigilancia, responsabilidad y sobre todo, conciencia. Porque si algo dejó claro este suceso es que en Cuba, ni los caramelos son lo que parecen.