El castrismo anda ahora con la cantaleta de la energía solar, vendiéndola como la gran solución para la crisis energética que hunde al país. La última “maravilla” que promocionan son las llamadas “solineras”, supuestas estaciones para recargar triciclos, motorinas y hasta autos eléctricos.
El canal oficialista Canal Caribe mostró con bombos y platillos cómo en la Industria Electrónica Camilo Cienfuegos, en La Habana, están usando este sistema para alimentar sus vehículos eléctricos y, de paso, darle servicio a la gente.
En el reportaje, un chofer de la entidad contó que aprovecha su hora de almuerzo para conectar el triciclo a los paneles solares y por la tarde ya lo tiene listo para volver a trabajar. El material lo presentó como si fuera un ejemplo de eficiencia y modernidad, cuando en realidad no es más que otra puesta en escena del régimen para aparentar avances tecnológicos.
El problema es que la propaganda de las “solineras” ocurre en medio de una crisis energética brutal, con un sistema eléctrico que se cae a pedazos, termoeléctricas obsoletas y apagones interminables que desesperan a la población. No es un plan estratégico, es un parche más en un país donde hasta encender un bombillo se ha vuelto un lujo.
En otras partes del mundo, estas estaciones solares son un complemento real de las redes eléctricas. En España, por ejemplo, ya existen miles de puntos de recarga públicos distribuidos en ciudades y carreteras. En China, la historia es todavía más abrumadora: el país concentra la mayoría de estaciones de carga del planeta, con tecnologías de última generación que incluyen hasta el cambio rápido de baterías en cuestión de minutos.
Mientras tanto, en Cuba la realidad es muy distinta. Lo que hay son un par de solineras sueltas, sin sistemas de almacenamiento ni planes serios de expansión. Todo se queda en propaganda barata y en titulares diseñados para maquillar el desastre que vive el país.