La ex presentadora cubana María Victoria “Vicky” Gil, recordada por su paso por el programa De la gran escena, volvió a hablar públicamente sobre el oscuro proceso judicial que enfrenta su hermano, Alejandro Gil Fernández, exministro de Economía y Planificación del régimen.
En una entrevista concedida a Telemundo 51, Vicky relató cómo desde la destitución de su hermano, anunciada el 2 de febrero de 2024, todo se ha manejado con un secretismo absoluto. “El mismo día de la Candelaria se anunció su traslado a ‘otras tareas’. Un día después, Díaz-Canel le agradecía públicamente sus ‘esfuerzos’. Y desde entonces, silencio”, recordó la también abogada, residente en Tenerife.
Un mes más tarde, mientras ella se encontraba en La Habana, la televisión estatal confirmó lo que muchos sospechaban: Gil Fernández estaba bajo investigación del Ministerio del Interior. El propio régimen reconoció “errores” en su gestión y lo presentó como un funcionario que había renunciado voluntariamente a sus cargos políticos, una narrativa clásica del castrismo para encubrir purgas internas.
Hoy, casi un año después, el exministro enfrenta acusaciones que incluyen espionaje, malversación, falsificación de documentos y evasión fiscal. “Son delitos extraordinariamente graves”, subrayó Vicky Gil, quien advirtió que la imputación por espionaje permite al régimen celebrar un juicio a puerta cerrada, con condenas que pueden llegar incluso a cadena perpetua o pena de muerte.
Vicky reveló además un detalle poco conocido: su hermano no es economista de formación, sino ingeniero en explotación del transporte marítimo, y su única incursión académica en economía fue una tesis tutoreada por el propio Miguel Díaz-Canel. “Alejandro fue el arquitecto de la Tarea Ordenamiento y del desastre económico que hoy vive Cuba. Tiene que responder por eso”, reconoció. Pero, al mismo tiempo, exigió que el proceso sea “público, transparente, televisado” y advirtió contra la intención del régimen de convertirlo en un “chivo expiatorio” para desviar la atención del fracaso colectivo del sistema.
“¿Alguien puede creer que Alejandro actuó solo?”, preguntó, dejando claro que la responsabilidad alcanza a toda la cúpula del poder.
La exconductora también afirmó que su hermano ha rechazado el cargo de espionaje y que no aceptará un acuerdo de culpabilidad con tal de tener un juicio abierto. La defensa, según explicó, está en manos del abogado penalista “doctor Solá”, aunque Vicky no confía en un sistema judicial que describe como “totalmente político”. Después de más de un año y medio de investigación bajo un secretismo anormal, cree que el juicio es inminente y se celebrará antes de que termine 2025, probablemente ante el Tribunal Supremo Popular, sin garantías reales ni posibilidad de apelación.
Vicky también contó que no ha podido regresar a Cuba porque su pasaporte cubano está vencido y el régimen le impide entrar con su documento español. La comunicación con su hermano, dijo, se mantiene solo a través de su sobrina, Laura María Gil González, a quien defendió de los ataques recibidos por hablar públicamente del caso.
“Pido disculpas al pueblo de Cuba por la sangre que comparto con Alejandro, pero también exijo un juicio justo y que se conozcan todos los implicados”, expresó.
En la parte más contundente de su entrevista, Vicky comparó la situación actual con los “tribunales de Moscú” de la era estalinista, donde los juicios políticos eran un espectáculo de miedo y castigo. “Cuba ha dejado de interesarle al mundo, pero yo seguiré hablando. Aunque no tenga esperanza, seguiré luchando, porque el silencio es complicidad”, concluyó.
Sus palabras, cargadas de indignación y dolor, son una radiografía del régimen de opacidad y represión que domina hoy La Habana, donde ni siquiera los exministros del sistema están a salvo del mismo aparato que ayudaron a sostener.







