Mujeres marcadas, la prostitución en la Cuba de hoy

Redacción

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Mujeres marcadas, la prostitución en la Cuba de hoy

Aunque muchos en la Isla se empeñen en ocultarlo, existe un tema que resulta tan real como que el sol sale cada día: la prostitución en la Cuba de Hoy.

Rara vez sale a la luz un material que aborde esta temática en los medios oficiales cubanos. Sin embargo, hace algún tiempo (y contra todo pronóstico) un artículo dedicado a las mujeres de esta profesión reveló algunos de los pormenores sobre las causas y consecuencias de esta práctica.

Los motivos

“Yo no nací puta, simplemente la necesidad obliga. Me crié junto a mi abuela y siempre luché por tener lo mio. A la vez que te pasas una semana tomando cerveza de latica ya no quieres volver a probar de la otra. Yo comencé en Varadero, pero me cogieron y me deportaron. Luego probé suerte en La Habana y también me mandaron para atrás. Esta es la tercera vez. En la capital no se me ha perdido nada. Nada más te paras en el malecón y en un minuto cargan contigo. Todos los días hacen recogida”.

El gobierno de La Habana nunca ha reconocido la prostitución como un problema grave y argumenta que es una ocupación voluntaria

 

“Nunca pido dinero. El extranjero sabe que la situación está mala y que me tiene que ayudar. Los que más pagan son los recién llegados, porque el repitente ya conoce cómo va la cosa. Andar con extranjeros no es para nada sencillo, pero te vas acostumbrando y al final hasta te diviertes. En esto te puedes encontrar cualquier cosa, lo mismo te dan golpes, no te pagan, o quieren que estés en un cuadro”.

El material se centra en “el trabajo” de 8 muchachas, las cuales han sido interrogadas por la Unidad de Delitos Especiales y luego remitidas a sus correspondientes municipios.

Aunque la prostitución en si no constituye un delito, si se considera a las personas que la practican proclives a ello. El código de Defensa Social cubano de 1936, vigente hasta el 1979, normó “con predisposición a delinquir”, doce causales, entre las que se encontraban la vagancia, el juego, la prostitución, el proxenetismo, las enfermedades venéreas, la mendicidad, y la corrupción de menores.

“Yo nunca he sido mala, de hecho ni dolores de cabeza le daba a mamá. Nadie disfruta el tener que vender su cuerpo, pero yo no quería seguir viviendo como pobre y vendí una sortija que era de mi abuela y con el dinero saqué el pasaje para ir a buscarme lo mío”.

Prostituirse sigue siendo un medio de ganancia fácil de dinero, pero ha cambiado de procede

“La primera vez nunca va a borrarse de mi memoria. Recuerdo que estuve con un italiano que me pagó 10.000 liras. Yo pensaba que con eso ya podría dejarlo y ese día no pude dormir esperando que fuese por la mañana para ir al banco a cambiarlo. Resultó que el dinero que me había dado solo eran unos 5 dólares y pico. Desde ese entonces nunca más acepté billetes que no fueran dólares. Si acaso canadiense que no se pierde tanto en el cambio”.

La Unidad de Delitos Especiales fue concebida para enfrentar figuras delictivas como es el caso del proxenetismo, la corrupción de menores, el ultraje sexual, etc. Las provincias con los más altos índices en este sentido son aquellas que cuentan con polos turísticos.

Esta Unidad ha intervenido en casos como el del canadiense que se dedicaba a tomar fotos pornográficas a adolescentes y que luego fue expulsado del país. O aquel caso llamado “Fantasía”, el cual tanto dio de que hablar y que trataba de una red de pornografía con menores de edad donde los proxenetas y propietarios de las casas de citas recibieron sanciones de hasta 30 años de privación de libertad.

En caso “Rebambaramba”, en Mayarí, inculpó a ciudadanos que llevaban jovencitas a la capital para prostituirlas. Y también atraparon a la pareja de holguineros residentes en Alemania que prostituían allá a dos muchachas checas compradas a sus padres. Un buen día decidieron ampliar el negocio y pagaban el pasaje a jóvenes de nuestra provincia para “trabajar” durante tres meses en ese país. Luego de promover entre sus clientes fotos y videos de la “mercancía.”

En ese tráfico carnal hasta hoy un dueto sigue siendo inseparable: prostitución-proxenetismo

Tuve un novio pero empezó a querer sacarme el dinero y lo dejé. No me gustan los chulos. Tienes que buscar dinero de abajo de las piedras porque si no te matan. No has ni terminado de salir de la discoteca y ya tienes que ponerle el dinero en la mano. A veces te registran a ver si tienes el dinero escondido en la vagina o atrás”.

Al ser detenidas en occidente, las prostitutas son enviadas a un Centro de Recepción y Clasificación, donde les realizan un chequeo médico, ya que se han dado casos de algunas que se encuentran “practicando” y poseen enfermedades de transmisión sexual y hasta SIDA.

Tiempo atrás esa venta de sexo era una oferta exclusiva para extranjeros, ya no; por lo general, la prostitución se ejerce con cubanos de amplia solvencia económica o con otros nacionales que residen en el exterior y vienen de visita a la isla.

Generalmente, el proxeneta contacta a la prostituta por vía telefónica, pero ya se dan otros casos donde los propios clientes tienen los celulares de estas prostitutas y la contactan directamente. También sucede que ya no es la prostituta quien le paga al proxeneta, sino el propio cliente.

Pese a que la prostitución no se tipifica como delito en Cuba, sí se juzga —según se considera en el artículo 73. 1 inciso c) del Código Penal— como una conducta antisocial. En concordancia con ello, decenas de pesonas se han juzgado por dichas conductas, con sanciones que oscilan entre uno y cuatro años de privación de libertad y, en determinados casos, se ha impuesto trabajo correccional sin internamiento, al decir de fuentes de la PNR.

Con textos del reportaje «Mujeres marcadas», de Rubén Rodríguez González, aparecido en el periódico digital cubano Ahora.cu de Holguín.