Cuadro de Wilfredo Lam impone récord de venta de 9.6 millones de dólares en una subasta

Redacción

Cuadro de Wilfredo Lam impone récord de venta de 9.6 millones de dólares en una subasta

“Omi Obini”, un lienzo del emblemático del pintor cubano Wifredo Lam, fue vendido por una cifra récord de $ 9.6 millones de dólares por la casa de subastas Sotheby’s, superando el récord anterior para las creaciones de este artista, luego de que en 2017 se vendiera su obra “A tres centímetros de la tierra”, por $5.2 millones en una subasta en París.

Este cuadro está considerado un precursor de sus importantes obras de finales de los 40 y de los 50, y que ha sido comparado con su alabada pieza “La Jungla” (1943), que forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

Omi Obini

Esta obra de Lam transitó por galerías de La Habana, Washington, Madrid y Paris antes de ser adquirida por la casa de subastas.  El óleo, con dimensiones de 177,8 por 126,1 centímetros, está fechado en 1943 (el mismo año en que Lam culminó su obra maestra, La jungla).

“Este magnífico lienzo muestra a Lam en la cumbre de su poder artístico, en 1943, el mismo año que pintó su obra seminal ‘La jungla’, ahora en la colección permanente del Museo de Arte Moderno en Nueva York”, declaró Anna Di Stasi, directora del departamento de arte latinoamericano de Sotheby’s.

El óleo surrealista de 177.8 por 126.1 centímetros evoca el universo vegetal y espiritual de la santería afrocubana con una paleta de colores que incluye tonos violeta, rojo y amarillo. Es parte de una serie de paisajes antropomorfos en los que orishás se filtran por espacios híbridos ocultos.

Sobre la figura de Omi Obini que inspiró al pintor, su amiga Lydia Cabrera, estudiosa de temas etnográficos y antropológicos de la cultura afrocubana, apuntó:

“Ella es el río, Omí Obiní, mujer de agua, ella es la Dama de las aguas frescas que fertiliza la tierra y baila, distribuyendo vida. Se desliza y se desliza entre las cañas, junto a los costados de los cuerpos que se balancean y se balancean, transportados por el ritmo milagroso de la ola, y sus brazos brillantes y caderas conocidas se ondulan al ritmo del agua. Su larga estela es espumosa; el agua alegre se rompe, hierve y salpica contra sus enaguas almidonadas. Su cuerpo brilla con manantiales y corrientes”.