Descubre la historia de Marta González, la bailarina cubana con alzheimer detrás de un video que se convirtió en viral en la ultima semana

Redacción

Descubre la historia de Marta González, la bailarina cubana con alzheimer detrás de un video que se convirtió en viral en la ultima semana

En Cuba la llamaban Rosamunda; en Madrid y Nueva York, Marta Cinta; pero en su documento de identidad aparecía como Marta González Saldaña.

Hablamos de una anciana cubana que se ha convertido en todo un viral en las ultimas semanas y le ha arrancado lagrimas a millones de personas en todo el mundo tras verla bailar apasionadamente al compás de El lago de los cisnes desde su silla de ruedas.

Detrás de ese pequeño fragmento de vídeo hay una vida de película, según han descubierto varias agencias de prensa que han tratado de desvelar los secretos de esta mujer.

Al gual que la princesa Odette —reina de los cisnes en el libreto de Tchaikovski—, Marta González se transforma con la melodía y comienza a aletear sumergida en un trance que le devuelve a sus días de gloria.

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Como si su espíritu fuera mucho más joven que el cuerpo que lo encierra, Marta echa a volar como en tiempos pasados, mucho antes de la silla de ruedas, cuando levantaba aplausos en los teatros de medio mundo, cuando la prensa se rendía a su talento o cuando dejaba boquiabiertas a sus jóvenes alumnas con su porte “mayestático”.

Su fecha exacta de nacimiento es un misterio, ya que ella nunca dijo su edad y se encargó personalmente de falsearla.

“En el documento la fecha está falsificada. Tú le preguntabas y ella decía que tenía 40 años. En vez de cumplir, ella iba para atrás (risas)”, explica Inmaculada Vilar, directora de la residencia Muro de Alcoy, en España, donde Marta pasó sus últimos años de vida.

Su padre, Nicolás González, era un ingeniero español que fue contratado para construir líneas de ferrocarril en Cuba y hacia allá viajó junto a su esposa.

En La Habana nació Marta y según consta en un carné de la Dirección General de Deportes, dependiente del Ministerio de Educación de Cuba, con los años llegó a ser acreditada como profesora de ballet en la isla.

Está fechado a 3 de mayo de 1968, es decir, después de la revolución cubana. Pero, si se fija detenidamente en la imagen, podrá ver que el año tiene encima una pegatina. Cabe pensar que Marta alteró esa fecha, por razones que se llevó a la tumba.

En su archivo personal constan varios diplomas que la sitúan en Nueva York en los años 1966 y 1978. Según un diploma de la Escuela Superior Nicolay Yavorsky de Nueva York que acredita a Marta como prima ballerina (título de excelencia dentro del ballet), en 1966 tenía 19 años.

Pero esa misma institución documenta que el 3 de junio de 1978, tenía 25 años. Y un tercer diploma fechado tres días después, asegura que tiene 23. Su edad real siempre fue un misterio. Al ver esto uno no puede dejar de imaginarse a Marta riéndose del pobre desgraciado que intenta averiguar su edad real.

La pista de Marta se diluye durante décadas hasta que los primeros testimonios la sitúan en Alicante, España, viviendo con su marido —o quizás novio, no se sabe si hubo boda— Raúl Fernández Suárez, médico cirujano.

Carné que la acreditaba como profesora de ballet en Cuba

En septiembre de 2014 la exbailarina ingresó en la residencia concertada que ha sido su hogar hasta su muerte. Por estar allí, pagaba unos 60 euros diarios. “Tenía muchas confusiones, un deterioro cognitivo importante. No sabemos exactamente si alzheimer. Cuando le entraba así la confusión ya no nos conocía, se mareaba y se ponía nerviosa. Alguna vez se imaginó que estaba en una academia. Tenía sus alucinaciones propias de la enfermedad. Luego tenía ratos que estaba más lúcida”, explica Inmaculada, al cargo de la residencia desde 2015.

Allí, ya viuda, tuvo un amor no correspondido: “Estaba enamoradísima de un señor de la resi (risas). Era muy noviera”. El sujeto en cuestión era “un señor muy templado, muy galán. Pero él no le respondía, solo le seguía la broma”.

En junio de 2019 recibió la visita de la plataforma Música Para Despertar, los autores del vídeo viral que demuestra el poder evocador y la capacidad terapéutica de la música, una materia a menudo denostada en los planes de educación.

Marta murió en marzo de este año, probablemente, ajena a la tempestad que caía tras los muros de su residencia y con los recuerdos de una vida de película. El vídeo que ha dado a conocer su figura ha copado titulares en medio mundo y hasta ha inspirado homenajes espontáneos de otros artistas.