Miles de migrantes cubanos, en la interminable espera en la que se encuentran en las zonas aledañas a la frontera mexicana con Estados Unidos, afrontan riesgos que ya hasta resultan mundanos como la violencia “común”, la discriminación, la pobreza, la delincuencia organizada y el COVID-19 de los últimos meses. Aguardan por conocer si les fue concebido el asilo en Estados Unidos mediante trámites que fueron acordados por los gobiernos de López Obrador y Donald Trump para regular la migración.
David, un cubano en Rosarito, Baja California, fue testigo de los 2 mil 604 homicidios, de los cuales la mitad son resultado de armas de fuego, que acontecieron en la zona en el año 2019.
“Íbamos a chapear (deshierbar) un terreno con machete, de repente veo que un muchacho como de 16 años, caminando, saca una pistola y ¡pa, pa, pa!, dispara contra un hombre de unos 40 años. Nunca había visto eso en mi vida, pero lo que más me espantó es que nadie hiciera nada. Miré para atrás y me volví a mi casa, ese día no fui a trabajar”, relata David.
Bajo los Migration Protection Protocols (MPP), que para los latinoamericanos se conoce mejor como “Quédate en México”, David se ha visto cara a cara con la violencia que se vive en Tijuana más veces de las que quisiera, con la que tuvo el primer encontronazo a solo cuatro meses de llegar a México, en agosto de 2019.
Durante el tiempo en que se efectúan los trámites de su solicitud de asilo, David se visto discriminado por su edad y tono de piel, defraudado y extorsionado, y ha visto y hablado con migrantes asaltados, maltratados y robados por sicarios, policías y demás para sacarles el poco dinero que han logrado reunir en la espera.
Con una licenciatura en Economía y 58 años de edad, David fue albañil, ayudante en un supermercado, vigilante, de peón y se ha visto en la posición de tener que recurrir a organizaciones sociales en busca de atención médica básica.
“López Obrador dijo que le iba a dar trabajo a todo aquel que se quedara aquí cuando nos sacaran de Estados Unidos, que había un acuerdo; eso es mentira, no es cierto. La realidad es que llegas a (el Instituto Nacional de) Migración, te dan un papel y te dicen: ‘Con ese papel puedes trabajar donde quieras’. Recorrí más de 50 lugares con ese papel y resulta que no sirve, que debo tener una (credencial) del INE, un RFC, el número de seguridad social Los cubanos estamos trabajando sin documentación porque tenemos que sobrevivir”, asegura.