Vendedores callejeros en Cuba ¿solución a la escasez o abuso con sus precios a la población?

Ines Sanz

Vendedores callejeros en Cuba ¿solución a la escasez o abuso con sus precios a la población?

La historia de la venta ambulante data de un montón de años atrás. En Cuba está practica ha existido desde los orígenes de la historia de la nación. Con intermitencia en algunos períodos, pero con gran auge en etapas de crisis donde contra capa y espada siempre resurgen.

Actualmente la generalidad de su venta se basa en productos alimenticios y de industrias locales. Aunque igualmente se encuentran algunos que venden ropas, artículos culturales y hasta servicios como el de reparación de fogones planchas o paraguas.

¿Qué motiva a las personas a convertirse en vendedores callejeros?

Un refrán de la isla dice “La necesidad hace parir hijos machos”. Y es que muchas veces cuando esta necesidad es tan grande, no queda otro camino que emprender que el de la “lucha”. Es aquí donde la venta ambulante aparece como la vía más directa para llegar al consumidor. No a todos se les da igual de bien.

No cualquiera tiene las condiciones para este oficio. Son necesarias una serie de aptitudes físicas para aguantar los largos recorridos bajo el sol, inteligencia para seleccionar las áreas de venta, un poco de carisma y honor para fidelizar clientes y astucia para escapar del acoso policial.

Medidas para partir patas a los que viven de darle a la pata

No son pocas las denuncias que en reiteradas ocasiones emiten los cuentapropistas cubanos sobre el acoso al que se encuentran expuestos por parte de inspectores estatales.
Multas que se imponen por cuestiones que van desde vender chicle hasta temas más serios como el acaparamiento para la reventa.

Otras de las denuncias están relacionadas con las indicaciones que tienen los policías e inspectores de decomisar la mercancía, lo que se traduce en grandes pérdidas para los vendedores. No quedando, además, definido el destino que toman los productos confiscados.

A pesar de los males los vendedores siguen ahí

Muchos son los recuerdos que vienen a la mente a la hora de realizar cualquier tarea doméstica, Desde limpiar la casa, y recordar al vendedor del cloro; hasta cocinar y pensar en la muchacha que vendía habichuelas traídas de algún pueblo de la isla.
Otras personas igualmente rememoran la alegría de verlos transitar por el barrio en aquellos momentos donde el hambre se dejaba sentir bastante, o aquellos momentos en que corrían de la policía mientras los vecinos le escondían las mercancías.

Algunos, incluso, no niegan que, a pesar de los altos precios en que a veces vendían, el carácter informal de su actividad y que acaparaban mercancía para luego revender; eran al igual que muchos cubanos personas que luchaban arduamente para ganarse el sustento y mantener a sus familias ante tanta necesidad.

Vender o morir en el intento

Se dice para ejercer esta profesión no hace falta un título, sin embargo, sí una maestría en la “Universidad de la calle”. Las reflexiones sobre la convicción de poder lograrlo juegan también un papel fundamental.

Es necesario perder la pena y el miedo, en tanto solo así puedes hablarle a la gente y comentarle sobre los productos que tienes a la venta, decirle que lo necesitan y lo quieren, creando en ellos un deseo.

De esta manera cada día sale un cubano fiel a su filosofía y a su poder de resistencia y acompañado de su mercancía a “luchar la yuca”. Incluso no importa donde se halle una persona, ni siquiera que haya que vendido algo alguna vez, pero si chocó con la necesidad en algún momento de seguro sabrá lo que es estar en el lugar de los vendedores.