¿Sexo en público en La Habana? La Playa del Chivo se lleva el premio…

Redacción

¿Sexo en público en La Habana? La Playa del Chivo se lleva el premio...

Las relaciones homosexuales en espacios públicos (conocidas como cruising) siguen creciendo en Cuba a pesar del rechazo que provocan entre la población y la persecución de las autoridades.

Conocidas en el argot underground de La Habana como “potajeras”, la práctica no es nueva, pero se expande; como se expande el debate alrededor de los derechos de los homosexuales a expresar su sexualidad de esta manera.

Mientras algunos consideran que cada cual puede hacer lo que le dé la gana en el lugar que le dé la gana; otros (la mayoría) opina que exhibirse impúdicamente atenta contra el contrato social y constituye una completa aberración.

Uno de los espacios preferidos en la capital cubana para el cruising es la Playa del Chivo, a la salida del túnel de la bahía.

A ella acuden no sólo homosexuales declarados, sino también los que no han salido del closet y otros que se asumen como heterosexuales, pero buscan “experimentar cosas nuevas”.

Un viejo pastor que pastorea su rebaño en áreas cercanas a la playa afirma que el lugar ya ha dejado de ser la “Playa del Chivo” para convertirse en “La Patera”.

La Habana tiene varios espacios, conocidos popularmente como “potajeras”

Cuenta que los homosexuales comenzaron a tener relaciones sexuales por la parada de la 400, entre el Hospital Naval y el reparto Camilo Cienfuegos, pero como la gente se quejó, la policía les fue arriba con todo y entonces se movieron hacia la zona más cercana al túnel.

Allí la policía también les da un poco de “cuero”, pero tras pedirles el carnet, casi siempre los dejan irse.

Para el viejo pastor lo que tienen formado los homosexuales en la Playa del Chivo es una enorme “falta de respeto”.

Asegura que más de una vez parejas que pasean con sus niños por la costa se los han encontrado en “plena faena”. Él mismo, que antes iba al lugar acompañado de sus nietos ha dejado de hacerlo por “culpa de los maricones”.

El cruising en la Playa del Chivo no entiende de edades, razas o nacionalidades. De todo hay: adolescentes, jóvenes, viejos, blancos, negros y extranjeros… Todo lo tienen identificado como un sitio en el que se puede “gozar la papeleta”.

Ofrendas a las orishas, condones usados, heces fecales, escombros… se amontonan en los trillos y las ruinas de viejas estructuras donde se practica el cruising

Algunos viajan desde lugares muy lejanos para visitar la Playa del Chivo. Hay otras “potajeras” en La Habana como la Rotando de Cojímar, los Elevados de la Vía Blanca, la primera parada del P8 en la Habana del Este; pero ninguna es tan popular como la salida del túnel.

El propio aislamiento del lugar y la fama que ha cogido entre los habaneros hace que los heterosexuales ni se asomen por allí.
.
Para algunos, los que van a las “potajeras” son unos pobres infelices que practican relaciones sexuales en lugares públicos porque no tienen dónde ir; y la gente hace mal en rechazarlos.

Sin embargo, esta no es la opinión de la policía. Los agentes del orden identifican a los sitios de cruising como lugares peligrosos en los que más de un altercado por celos ha terminado con heridos e incluso muertos.

Por eso destinan un carro patrullero para que haga recorridos por la Playa del Chivo las 24 horas del día y cuando sorprenden a los homosexuales practicando relaciones sexuales, cargan con ellos para la estación de Cojímar.

Muchos homosexuales se oponen a que los detengan alegando que se “están violando sus derechos”, pero el capitán Eddy Cala, jefe de la policía del reparto Camilo Cienfuegos, alega que para nada es así.

La Playa del Chivo casi siempre está llena de pescadores en la mañana y homosexuales en las tardes

Todo lo contrario, los están sacando de un lugar peligroso que frecuentan los delincuentes para realizar robos con fuerza.

El papel de la policía es velar por la tranquilidad ciudadana y no se les puede recriminar por intentar proteger a todos, sin importar su orientación sexual; pero para muchos de los que van a las “potajeras”, los agentes del orden se escud
an en sus responsabilidades para multar, injuriar y maltratar también a muchos homosexuales que no practican el cruising ni cometen infracciones a la ley.

Igual cuando alguno es multado por estar en una “potajera” resulta muy raro que recurra la sanción. Muchos están casados, tienen parejas heterosexuales o, simplemente, se avergüenzan de que los asocien con estos lugares.

Para los homosexuales es mucho mejor que todo lo referentes a los sitios de cruising se mantenga en un perfil bajo.

El día que el tema salga a debate nacional, están seguros de que entonces las autoridades sí les van a ir arriba con todo y “con la ley en la mano”.

El Artículo 303 del Código Penal vigente sobre el “ultraje sexual” sanciona con penas de tres meses a un año de privación de libertad o multas de 100.00 a 300.00 pesos a todo el que acose con requerimientos sexuales u, ofenda el pudor y las buenas costumbres con exhibiciones o actos obscenos.

Este último aspecto puede ser esgrimido por las autoridades cubanas para reprimir con fuerzas las “potajeras” si la población se pronunciara contra ellas en un debate nacional.

Por eso los homosexuales prefieren dejar las cosas como están, soportar las molestias ocasionales de la policía y de vez en cuando pagar alguna multa.