La curiosa tumba de los amantes cubanos que siguieron juntos hasta después de muertos

Redacción

La curiosa tumba de los amantes cubanos que siguieron juntos hasta después de muertos

Una de las más tiernas historias de amor que se guardan tras los muros de la Necrópolis de Colón ronda el sepulcro de Margarita Pacheco Alonso y Modesto Canto Menjíbar.

Según revelan los anales del cementerio se trataba de una pareja feliz. Ella 23 años más joven que él, lo que no impedía el pleno disfrute de su amor hasta que la parca se llevó prematuramente a Margarita el 28 de diciembre de 1959. El apasionado esposo, profesor de oficio, esculpió con sus propias manos el busto de la difunta para perpetuar su memoria.

El desconsolado esposo, profesor de oficio, esculpió con sus propias manos el busto de la difunta para perpetuar su memoria.Modesto sobrevivió 18 años a su amada, tiempo durante el cual labró su propio busto para que acompañara al de ella.

Con sus propias manos también, grabó varias inscripciones en el sepulcro que reflejan sus más puros sentimientos.Entre ellas se destaca una que reza: «Bondadoso caminante: Abstrae tu mente del ingrato mundo, unos momentos, y dedica un pensamiento de amor y paz a estos dos seres, a quienes el destino tronchó una felicidad terrenal, y cuyos restos mortales reposan para siempre en esta sepultura, cumpliendo un sagrado juramento. Te damos las gracias desde lo eterno. Margarita y Modesto».

Durante los años que esperó para reunirse con su amada en el otro reino, el amante viudo visitaba a diario la tumba, donde hacía que se escuchasen los acordes del violín, interpretando un himno que él mismo compuso y que tituló Sublime sueño.

Al fin, el 27 de septiembre de 1977 partió Modesto en pos de Margarita para habitar eternamente entre las más tiernas historias que atesora tras sus muros el camposanto habanero.

Quién no quisiera disfrutar de un amor así, tan profundo y duradero, excluyendo –claro está– la parte en la que uno de los amantes muere antes de poder colmar de felicidad a su pareja.

El amor de los protagonistas de esta historia es de telenovela. Cualquiera podría pensar que es ficción, que esas cosas no ocurren en la realidad, que la vida sigue su curso inexorable. Pero no es leyenda, allí está el sepulcro con sus dos bustos y su tarja como testigos irrefutables.