En Santiago de Cuba no andan con paños tibios cuando se trata de drogas. Un hombre fue condenado a 12 años de prisión por intentar mover casi medio kilo de marihuana hacia Camagüey, como parte de una serie de juicios públicos que el gobierno no ha dudado en calificar como «ejemplarizantes».
Además del tiempo tras las rejas, el implicado perdió también 28,455 pesos cubanos, le confiscaron la droga y le impusieron restricciones serias como la prohibición de salir del país y la pérdida de ciertos derechos civiles.
Según comunicaron en Facebook desde el Tribunal Provincial Popular de Santiago, la línea que siguen es de mano dura pero “con racionalidad y dentro de las garantías legales”. Eso sí, dejaron claro que el acusado, como cualquier otro en Cuba, tiene derecho a apelar la decisión dentro del marco legal.
Este caso no es un hecho aislado. Hace apenas unos días, el mismo tribunal metió entre ceja y ceja a dos jóvenes que fueron sancionados con penas de ocho y nueve años de cárcel por cultivar y comercializar marihuana y una sustancia sintética conocida en la calle como “el químico”.
Estas sentencias forman parte del llamado Ejercicio de prevención y enfrentamiento a las drogas, una ofensiva del régimen para tratar de cortar de raíz el creciente tráfico y consumo de estupefacientes que se viene expandiendo por toda la isla, especialmente entre los jóvenes.
La movida tiene un claro objetivo: asustar al que esté pensando en meterse en ese mundo, sobre todo ahora que se ha vuelto común ver noticias de menores involucrados en estas redes, vendiendo o hasta usando sustancias prohibidas.
En agosto de 2024, el propio gobierno reconoció lo que ya muchos veían venir: el consumo de drogas dentro de escuelas y centros educativos ha ido en aumento. Una realidad alarmante que muchos atribuyen a la mayor disponibilidad de drogas en la calle y, claro, a un contexto económico que no le da respiro a nadie.
En este panorama, no es de extrañar que el régimen anuncie a voz en cuello su política de «cero tolerancia», con penas que pueden llegar hasta los 30 años de prisión, cadena perpetua o incluso la pena de muerte, dependiendo de la gravedad del caso. Si hay menores involucrados o si se demuestra conexión con redes internacionales, la cosa se pone más fea todavía.
Los operativos contra el narcotráfico se han multiplicado en provincias como La Habana, Holguín y Sancti Spíritus, donde se han reportado condenas fuertes, decomisos de droga y detenciones a toda hora. Las redes sociales están llenas de historias de capturas, registros y allanamientos.
Lo preocupante es que estas sustancias están regadas por todo el país y muchas veces se comercializan a través de grupos en línea, alcanzando a muchachos cada vez más jóvenes. Es un reflejo claro de una crisis más profunda, que tiene sus raíces en la falta de oportunidades y el desencanto de una juventud que, muchas veces, no ve otra salida.
Mientras tanto, los tribunales siguen dando golpes de efecto para dejar claro que en Cuba, meterse en eso de las drogas puede costarte caro. Muy caro.