Las últimas imágenes satelitales que salieron a la luz desde el norte, cortesía de expertos en seguridad de Estados Unidos, han vuelto a encender las alertas en Washington. ¿La razón? Se ve clarito cómo han crecido varias instalaciones militares chinas en Cuba, alimentando las sospechas de que Beijing está montando una operación de inteligencia bien seria desde suelo cubano, justo en la puerta del Imperio.
El tema se coló con fuerza en el Subcomité de Seguridad Marítima y del Transporte del Congreso estadounidense, donde varios legisladores soltaron el parche antes del grano. Están convencidos de que esta cooperación militar entre Cuba y China es una amenaza directa a la seguridad nacional de EE.UU.
Carlos Giménez, congresista por la Florida, fue al grano y sin anestesia: “China está metida hasta los tuétanos en Cuba, ampliando centros de espionaje y escuchando lo que no le toca, especialmente desde el sur de la Florida”, soltó con evidente molestia. Y no es para menos, porque en esa zona están varias bases clave de entrenamiento militar de EE.UU.
Las imágenes muestran estructuras que tienen toda la pinta de antenas de vigilancia, estaciones de comunicación y centros de monitoreo. Y no están escondidas en un monte perdido, sino en lugares bien conocidos por los que siguen la pista del espionaje cubano, como Bejucal, El Salao y Wajay.
Del lado del gobierno cubano, la respuesta ha sido la de siempre: negarlo todo y tirar la burla por redes sociales. Johana Tablada, del Ministerio de Relaciones Exteriores, ya había dicho en diciembre que eso era “una mentira más” y que se buscaran otro chisme. Y ahora fue el turno de Carlos Fernández de Cossío, quien le cayó arriba a CNN por “darle juego al show” entrevistando a Giménez. Según él, la cadena se prestó para amplificar “acusaciones ridículas” con “una imagen aérea que no muestra nada”.
Pero la cosa no se queda solo en palabras. Las visitas de delegaciones militares chinas a la isla han sido frecuentes, con encuentros de peso como el que tuvo Raúl Castro y Díaz-Canel con altos mandos asiáticos. Todo eso ha hecho que Washington se ponga en guardia.
Un informe del Director de Inteligencia Nacional de EE.UU. ya venía avisando desde diciembre que China está usando la isla para lo que llaman operaciones de señales de inteligencia (SIGINT), o sea, interceptar comunicaciones, ubicar movimientos aéreos y navales, y tener un ojo encima de lo que pasa en el sur de EE.UU.
Durante la audiencia, Giménez también aprovechó para soltar otra bomba: “Lo que hace falta aquí es meterle presión al régimen cubano. Están en su peor momento económico desde hace más de 60 años. No pueden ni alimentar a su gente ni mantener los hospitales funcionando. Es un gobierno colapsado”. Incluso se atrevió a proponer un cambio de régimen que, según él, convierta a Cuba en un aliado en lugar de un enemigo.
Mientras tanto, la Casa Blanca mira con cuidado pero sin soltar muchos detalles. Funcionarios del Pentágono reconocieron que el tema es una preocupación estratégica constante, y que están bien atentos a cada paso que dé China en el Caribe.
Del lado cubano, la estrategia ha sido reírse del asunto. En julio de 2024, el mismo Díaz-Canel se tiró una indirecta burlona en redes sociales sobre los reportes. Pero en el ámbito diplomático, la cosa va más seria, y las tensiones con Washington siguen creciendo.
Esta situación también tiene con los pelos de punta a buena parte del exilio cubano y a varios sectores internacionales. Muchos temen que esta alianza entre China y Cuba esté marcando una nueva etapa de confrontación indirecta en el hemisferio, como en los viejos tiempos de la Guerra Fría, pero ahora con tecnología del siglo XXI y jugadores diferentes.
China salva el pellejo ortopédico de Cuba… por ahora
Y mientras los satélites gringos sacan fotos de antenas, en los hospitales cubanos se vive otro drama: la escasez brutal de insumos médicos. Pero aquí es donde entra otra cara de China en la isla.
Con el agua al cuello, el Ministerio de Salud Pública presentó una nueva línea de insumos ortopédicos made in China, gracias a la estatal Meheco. Esto se hizo durante la XVI Feria Internacional Salud para Todos, en un taller que, entre curitas y discursos, prometía aliviar algo la crisis.
Se trata de materiales claves como tornillos, placas, prótesis de caderas, rodillas y hombros, todos esenciales en un país con tantos ancianos y accidentes, y donde las fracturas son moneda corriente. Cristina Lara Bastanzuri, jefa nacional de Medicamentos y Tecnología, dijo que estos recursos llegan en buen momento y que ya están homologados en varios países de América Latina.
Por su parte, Lázaro Silva Herrera, vicepresidente de MediCuba, explicó que los médicos cubanos decidirán qué variantes se adaptan mejor al sistema. También reconoció, sin rodeos, que el desabastecimiento se debe a las limitaciones financieras que sufre el país, y que Meheco no es nueva en esto, pues ya ha enviado prótesis auditivas, suturas quirúrgicas y otros artículos esenciales.
El problema, claro, es que apostar todo a un solo proveedor extranjero no es solución a largo plazo, especialmente cuando la economía sigue en picada y no hay garantía de estabilidad.
Un respiro pequeño vino con la llegada reciente de 500 kilos de insumos médicos donados a Santiago de Cuba, gracias a la solidaridad de cubanos que trabajan en Jamaica y empresarios locales. El cargamento aterrizó en el Aeropuerto Internacional Antonio Maceo y fue recibido con aplausos y urgencias.
Esta situación desesperada, que el propio Díaz-Canel reconoció en 2024, no ha mejorado mucho. El sistema de salud cubano sigue tambaleándose, atrapado entre la falta de recursos, las sanciones, la burocracia y la mala gestión.
Y mientras unos discuten sobre antenas espías y alianzas militares, otros en Cuba simplemente rezan por tener una prótesis para poder caminar.