En un giro fuerte y sin medias tintas, el expresidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que pone patas arriba la política migratoria de Estados Unidos. La medida, bautizada con el nombre de “Proyecto de Regreso a Casa”, busca apretar las tuercas a los inmigrantes indocumentados, dándoles dos opciones claras: irse por su cuenta o enfrentar serias consecuencias.
Este plan, que muchos ya describen como uno de los más agresivos en tiempos recientes, autoriza el embargo de bienes personales a quienes no se autodeporten. Y no se trata solo de una amenaza: estamos hablando de salarios, cuentas de banco, casas, carros y lo que aparezca.
Trump no se anduvo con rodeos. Advirtió que quien decida quedarse ilegalmente podría ser enjuiciado, multado, encarcelado y eventualmente expulsado del país. Según él, todo está dentro del marco de la ley migratoria vigente.
Pero aquí viene la parte que más ha dado de qué hablar: el gobierno federal pagará el pasaje de regreso a casa a todo aquel que decida irse por su cuenta. Y por si fuera poco, también se entregará un incentivo económico, una especie de “premio de salida”. Aunque no soltó cifras exactas, Trump aseguró esta semana que estaría dispuesto a entregar hasta mil dólares por cabeza.
Como si fuera un servicio exprés, la orden ejecutiva también instruye a los altos mandos de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado a habilitar una especie de “ventanilla única” para facilitar el proceso de salida. A través de una nueva aplicación, llamada «CBP Home», los migrantes podrán reservar su vuelo, reclamar su dinero y salir del país sin tanto papeleo.
Claro, no todo será flores. El plan también contempla una mega redada nacional, con más de 20,000 nuevos agentes de inmigración, incluyendo personal retirado de fuerzas federales y estatales. Estos efectivos tendrán la tarea de realizar detenciones en vecindarios, centros laborales, terminales de transporte y zonas fronterizas.
La Casa Blanca justifica la medida alegando que la permanencia de inmigrantes indocumentados ha costado al erario más de 150 mil millones de dólares al año. Según Trump, ese billete se va en salud, educación, vivienda, alimentación y hasta en temas relacionados con delitos.
El expresidente apuesta a que, con una mezcla de presión y plata, logrará reducir significativamente esos costos. “O se van por las buenas o se van por las malas”, parece ser la esencia de su propuesta.
La polémica está servida y, como era de esperarse, las reacciones han sido explosivas tanto dentro como fuera del país. ¿Estrategia audaz o castigo desmedido? Lo cierto es que este “regreso a casa” no va a pasar desapercibido.