El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada volvió a ponerle voz y rostro al abandono que vive el pueblo cubano. Esta vez lo hizo desde su propio barrio, Altamira, en Santiago de Cuba, donde tras el paso del huracán Melissa, la desesperanza se mezcla con el olor a basura y el humo de la leña.
En un video difundido por el reportero, los vecinos muestran la cruda realidad que enfrentan tras el desastre: calles llenas de escombros, postes caídos, basura acumulada y ninguna señal de ayuda oficial. “Parece un desierto”, dice una mujer con cansancio en la voz. “No ha venido nadie a recoger la basura ni a preguntar nada. Estamos sin comida, sin agua, sin corriente”, lamenta mientras enseña los restos de su entorno.
Las imágenes hablan por sí solas. Familias cocinando con leña, improvisando fogones en los portales, con niños alrededor del humo. Una vecina resume la escena en una frase que duele: “Así estamos todos. Santiago entero está cocinando con leña”.
Mayeta, natural de Altamira, describe lo que ve con una mezcla de tristeza y resistencia: “Las calles siguen llenas de basura y escombros. Los postes eléctricos y de telecomunicaciones yacen derrumbados como símbolos de una infraestructura que nunca fue prioridad”. Su denuncia va más allá del desastre natural. Expone la otra tormenta: la del abandono estatal y la indiferencia del régimen.
El periodista subraya que ni las autoridades ni los trabajadores sociales se han presentado en el lugar, y que la única respuesta ha venido del propio pueblo. “Los vecinos se organizan, anotan a los afectados y se ayudan entre ellos sin preguntar ideología ni política”, contó. En medio del abandono, la solidaridad sigue siendo el único refugio.
En otro testimonio, Mayeta comparte algo más personal: su propio hermano perdió la casa. “Una pared de zinc cedió y el techito de fibrocemento, levantado con restos del huracán Sandy hace más de una década, se vino abajo. Es como si el tiempo hubiera esperado este momento para cobrarle cada día de esfuerzo callado”, escribió conmovido.
Su reflexión final es una bofetada de verdad: “Cuando el Estado abandona, el pueblo se abraza. Altamira vive, Altamira resiste, Altamira se levanta con nosotros o sin nadie más.”
A raíz del desastre, el periodista lanzó una campaña de ayuda humanitaria para los damnificados de Santiago de Cuba, invitando a colaborar “desde un dólar hasta lo que usted pueda y desee aportar”. Su mensaje se volvió viral y desató una ola de apoyo entre cubanos dentro y fuera de la isla.
Las reacciones no se hicieron esperar. Cientos de personas denunciaron la falta de respuesta institucional, la persistente falta de agua y electricidad, y la inestabilidad del internet que impide hasta comunicarse. Otros lamentaron el hambre, el abandono y la miseria generalizada que se vive en la ciudad.
El huracán Melissa, con vientos de hasta 195 km/h, dejó un panorama devastador en Santiago de Cuba y municipios cercanos como Guamá, Palma Soriano, Contramaestre, San Luis y El Cobre. Derrumbes, postes caídos y cortes prolongados de servicios básicos han dejado a miles en el desamparo total.
Desde la oposición, José Daniel Ferrer, líder de la UNPACU, denunció que “decenas de personas están sin corriente, sin alimentos, sin combustible para cocinar lo poco que tienen” y alertó sobre el aumento de enfermedades transmitidas por mosquitos. “Caótico todo. Cuba tiene que cambiar”, sentenció.
Mientras las autoridades hablan de “recuperación gradual”, la gente en Altamira no espera promesas. Entre escombros, humo y cansancio, lo que queda es dignidad. Una dignidad que el régimen intenta aplastar, pero que —como las raíces del barrio— sigue viva, resistiendo contra el olvido.










