Una joven cubana de Sancti Spíritus está viviendo una pesadilla en Rusia desde hace 11 meses. Su nombre es Nailen, y según la denuncia de una usuaria en redes sociales, fue víctima de trata de personas. Lo más doloroso: después de escapar de un club de prostitución donde la tenían atrapada, terminó detenida por las autoridades rusas. Sí, como lo lees. Huyó del infierno y acabó tras las rejas.
El caso salió a la luz gracias a una publicación en el grupo de Facebook Revolico Sancti Spíritus. Una mujer que se hace llamar La Atrevida Con Poder pidió ayuda urgente para localizar a la madre de la joven, identificada como Arcelis Aule Martínez. Su mensaje fue desgarrador: “Hola, por favor necesito encontrar a la madre de esta chica para decirle que ella está viva. Su hija fue secuestrada aquí en Rusia en un club de prostitución y cuando huyó, le mandaron la policía y la tienen en un centro de detención hace 11 meses”.
La publicación, acompañada de una vieja foto de Nailen tomada en 2010, corrió como pólvora en redes. Usuarios comenzaron a reconocerla de inmediato. “¡Dios mío, ella es Nailen!”, escribió una internauta. Otros, como Yoani Duarte, aseguraron que su familia vive entre Cabaiguán y La Sierpe. En cuestión de horas, la madre fue ubicada y notificada de la situación de su hija.
Una prima de Nailen también reaccionó en los comentarios: “Sé cómo encontrar a su madre, ella es mi prima”. Finalmente, La Atrevida Con Poder confirmó que lograron contactar a la familia. “Gracias por todo el apoyo. Pudimos comunicarnos con ellos. Que Dios se los pague”, escribió.
Pero esta historia no es un caso aislado. Cada vez se hacen más frecuentes los relatos de cubanos que emigran a Rusia buscando una vida mejor y terminan atrapados en verdaderos círculos de terror. Mujeres víctimas de explotación, jóvenes que desaparecen, personas mayores que terminan viviendo en la calle, enfermos sin atención médica, y migrantes sin derechos legales. Y lo más alarmante: sin ningún tipo de respaldo de las autoridades cubanas.
Un joven santiaguero apareció muerto en territorio ruso en circunstancias que nunca fueron esclarecidas. La familia, sin ayuda del gobierno cubano, tuvo que hacer campañas en redes para poder repatriar el cuerpo. Otro caso estremecedor fue el de un hombre de 61 años que pasó meses viviendo en la calle hasta ser deportado, sin ayuda ni apoyo humanitario.
Y no falta quien cae preso sin siquiera entender por qué. Hay cubanos detenidos en cárceles rusas sin traductores, sin abogados, sin acceso a ningún derecho básico. Muchos terminan en centros de deportación, tratados como criminales, presionados a irse “a cualquier otro lugar” como si fueran un estorbo.
El caso de Nailen es solo la punta del iceberg. Detrás de su historia hay un patrón que se repite cada vez más: cubanos vulnerables, atrapados entre la desesperación por salir de una isla en crisis y la crudeza de una realidad migratoria que los revictimiza.