Un nuevo crimen machista sacudió a Cuba en junio de 2024, y este viernes, el Tribunal Provincial de Las Tunas finalmente dictó sentencia: 28 años de prisión para el hombre que asesinó brutalmente a su expareja, la joven madre Katia Ortiz Figueredo, de apenas 25 años.
La violencia ocurrió en la madrugada del 5 de junio, y aunque el régimen intentó manejar el caso con el típico hermetismo oficial, el diario estatal Periódico 26 confirmó los hechos. Katia fue atacada con un arma blanca por su expareja, dejando a sus dos hijos pequeños huérfanos y a toda una comunidad marcada por la tragedia.
El juicio se llevó a cabo en la Sala Primera de lo Penal del tribunal tunero. Además de la condena de cárcel, el agresor recibió sanciones accesorias: no podrá ejercer derechos públicos, ni sacar pasaporte, ni abandonar el país hasta cumplir la condena. También fue obligado a pagar pensión alimenticia a los hijos de la víctima hasta que sean mayores de edad o concluyan sus estudios. Una medida mínima frente al daño irreversible.
El nombre del asesino no fue divulgado por las autoridades, como suele ocurrir en estos casos, pero los datos coinciden con la denuncia hecha en 2024 por la plataforma feminista independiente YoSíTeCreo en Cuba.
Según testigos cercanos, el feminicidio fue la culminación de una cadena de abusos horrendos. Katia había sido retenida contra su voluntad por su expareja durante cinco días, durante los cuales fue víctima de violación sexual, lo que derivó en un embarazo confirmado por la necropsia.
Esa noche trágica, cerca de las 11, la joven fue apuñalada frente a una farmacia en el reparto Aguilera, donde muchas personas hacían cola para comprar medicamentos. Nadie pudo evitar el desenlace. Y una vez más, la violencia de género se hizo visible solo a través del dolor.
Pero Katia no ha sido la única. Ni será la última, si las cosas siguen igual.
Otra madre, de 22 años, fue asesinada en Songo-La Maya, Santiago de Cuba, por su pareja Gustavo Ortiz Velázquez, quien la golpeó salvajemente, la estranguló y luego fingió intentar ayudarla llevándola al policlínico local. Un intento burdo de encubrir un crimen espantoso.
En lo que va de 2025, las organizaciones independientes han confirmado al menos 16 feminicidios, mientras que en 2024 se documentaron 55 asesinatos de mujeres por violencia machista. Aunque el régimen intentará vender estas cifras como “una mejora” frente a los 85 casos reportados en 2023, la realidad no ha cambiado.
Lo que sí ha cambiado es la dificultad para denunciar, visibilizar y verificar estos crímenes. La represión, la falta de transparencia, los apagones eternos y la miseria cotidiana han hecho casi imposible acceder a la verdad. Cada día, más mujeres son silenciadas, y más niños quedan sin madres.
En Cuba, ser mujer sigue siendo un riesgo. Y bajo este sistema, buscar justicia también.
Mientras el régimen se llena la boca hablando de igualdad y derechos en foros internacionales, dentro de la isla las mujeres siguen muriendo por culpa de un Estado que no protege, que calla y que encubre. La condena de 28 años al asesino de Katia es apenas un parche en una herida abierta que sigue sangrando. Y que seguirá así… mientras todo siga igual.
